¿Por qué las personas activas tienden a ser más felices?
Cada vez son más los estudios que concluyen que “las personas más felices son personas activas” (Dra. Sonja Lyubomirsky, 2014), pero, ¿Por qué?
Todos sabemos que cuando se realiza actividad física de forma moderada, se producen una serie de beneficios con respecto al estado de forma físico:
-Mejora de las cualidades físicas: resistencia, velocidad, flexibilidad , coordinación, fuerza…
-Posibilita una vida más saludable
-Mejora de la composición corporal (mayor porcentaje de músculo y menor de grasa)
-Aumenta las defensas, ayudando en la protección de virus y bacterias.
Ahora bien, ¿las ventajas del deporte se reducen a un punto de vista físico? La respuesta es no, existe una larga lista de beneficios a nivel mental y psicológico que resultan de igual o mayor importancia que los físicos, y, son la razón fundamental por la que la mayor parte de los deportistas aficionados realizan actividad física.
Ante cualquier situación de activación, el sistema nervioso libera unas sustancias químicas denominadas endorfinas. Las endorfinas cuentan con un efecto analgésico que produce una sensación momentánea de bienestar y reducen el dolor. Es por ello que, tras realizar una sesión de cualquier tipo de actividad que active al cuerpo, vamos a experimentar esa sensación “placentera”.
Si una actividad física se realiza con cierta constancia, esta sensación transitoria, perdurará en el tiempo convirtiéndose en un estilo de vida. Realizar deporte moderado de forma perseverante nos aporta más energía y nos permite estar a gusto con uno mismo, sentirse más saludable y más seguro. Superar los retos personales a nivel deportivo mejora la confianza en uno mismo así como la visión personal que cada uno tiene sobre sí mismo y la capacidad de tomar decisiones.
No hay duda en que mantener una vida activa transmite felicidad pero, ¿Qué ocurre si llevamos el deporte al extremo, olvidamos su naturaleza y nos obsesionamos con una meta? Cuando la felicidad viene determinada por el resultado deportivo y no por el camino recorrido, las posibilidades de alcanzar la felicidad a través del deporte se reducen y se presenta un problema. La actividad transmite felicidad por sí misma, es un “fin” que no debe utilizarse como “medio” para alcanzar el “fin” que creemos que nos dará la felicidad. Por supuesto el deporte nos ayuda a conseguir ciertos objetivos personales, pero no a cualquier precio.
Desde Personal Running os animamos a escoger una actividad física que os motive y que valoréis en sí misma, para que cada día de práctica sea un día de disfrute y que la consecución del objetivo se vuelva algo secundario, implícito en la propia actividad. De esta forma la felicidad está garantizada y por tanto el objetivo será mucho más viable.
De la misma forma en que el deporte favorece la sensación de felicidad, sentir la emoción de ser felices mejora el rendimiento deportivo, por lo que cuanto más felices seamos en la realización de una determinada actividad, mayor porcentaje de éxito tendremos en nuestras metas deportivas.
Igual que cuidamos el entrenamiento, la nutrición y el descanso, resulta fundamental trabajar la inteligencia emocional y poner nuestras emociones al servicio de nuestros objetivos, ya que los hechos ocurren, pero en nuestras manos está la decisión de cómo interpretarlos.
La felicidad no es un objetivo, es una actitud y un estilo de vida al alcance de todos.
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